lunes, 11 de agosto de 2014

La Historia de Tocache TIGRES NEGROS II

continuo la voz - debemos irnos lo más antes posible. -¿Pero por qué? preguntaron todos. La voz, con acento tembloroso, les volvió a advertir - Amigos estos dos enormes tigres negros en el día son inofensivos y mansos, puedes tocarle, acercarte y jugar con ellos, pero al caer la noche se convierten en feroces depredadores.




Seguirán sus huellas hasta encontrarlos por más bien escondidos que estén y los descuartizaran y devoraran, especialmente vuestro cerebro que es su presa favorita. A estos animales ni las balas de la escopeta podrán matarlos. - Así que ¡huyamos antes que se acerque la noche!, ¡por todo los cielos les ruego!, ¡se los suplico!, continuo la voz, convenciendo a medias a los cazadores. Ante los ruegos del hombre decidieron regresar y volvieron a cruzar el río cuando las primeras sombras invadían el río y el bosque. Escogieron para dormir la protección de una de las aletas de un Yanchama. El hombre que sabía de la peligrosidad de los tigres negros preparo una chapana en una capirona tierna, larga y delgada y se subió. Al poco rato de haber subido al árbol, observo a sus compañeros dormir plácidamente. Los llamo a grandes voces a cada uno por su nombre y ninguno respondía. 


Pareciera que los tigres emitían un aroma que adormecía y provocaba el sueño. Fue, en aquellos momentos, que los tigres empezaron con su ataque depredador. Presencio atónito y horrorizado, como los tigres iban descuartizando uno a uno a sus compañeros. De un certero zarpazo abrían los cráneos y se daban un lento festín con los sesos sangrantes de las víctimas. El único cazador que se salvo, gracias a la chapana, vivió la peor pesadilla de su vida al ser testigo de tanta atrocidad. Los tigres intentaron vanamente trepar la capirona, cejando su intento solo al amanecer. El sobreviviente pudo bajar de la capirona cuando a los primeros rayos del sol los tigres negros se amansaron y durmieron, sacios de carne humana. 


Observó los restos de sus compañeros esparcidos alrededor de la Yanchama. Temblando contuvo a duras penas el miedo y aprovechando que los tigres dormían plácidamente, huyó desesperadamente hasta el pueblo de Pampa Hermosa. Al llegar relato lo sucedido entre lágrimas y lamentos. Al concluir el relato - dijo - Debemos escondernos esta noche, los tigres negros siguiendo mis huellas vendrán a buscarme y todos nosotros estamos en peligro. - ¡DEBEMOS 


Autor: Elger Flores Marchena Hecho el deposito legal en La BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERU  -  Nº  2014 - 01387

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