ESCONDERNOS, SE LOS
SUPLICO!- les dijo con voz temblorosa y llorosa. En efecto, junto con la
noche, los Tigres Negros llegaron a Pampa Hermosa. Muchas fueron las
víctimas que entre gritos desesperados iban desapareciendo del pueblo.
La gente
para salvarse acordó pernoctar en la iglesia y así aconteció… Sin embargo
mucha gente de los alrededores que no podían llegar a tiempo a refugiarse, amanecía
descuartizados y esparcidos por el camino. La llegada de los
tigres alteró las costumbres de los pobladores y ocasiono grandes
problemas: No podían pescar, trabajar, ni criar sus animales con tranquilidad.
Arriesgaban sus vidas y la de sus hijos.
Muchos huyeron de allí. Solo
se quedó una anciana, que ya no podía caminar tramos largos. Por las
noches se refugiaba en la iglesia. Los tigres negros, muy
hambrientos rondaban muchas veces la iglesia pero no pudieron
penetrar la iglesia ni provocarla daño alguno. La anciana vigilaba con cautela
el movimiento de los felinos y se dio cuenta que al amanecer los
Tigres Negros bebían en una collpa debajo de un árbol. Entonces se le
ocurrió una idea genial: ENVENENAR EL AGUA DE LA COLLPA. Recolecto las raíces
del Barbasco, las machaco y diluyo el zumo en el agua de la collpa. Al
atardecer fue a refugiarse en la iglesia como de costumbre.
A la
mañana siguiente los Enormes Tigres Negros se acercaron a la collpa,
bebieron y jugaron inocentes e inofensivos y aparentemente durmieron al
calor de los primeros rayos del sol. La anciana pensando lo peor, que ni
siquiera el potente veneno del barbasco podría con ellos. Se preparaba a buscar
refugio en la iglesia cuando observó que los tigres seguían inmóviles.
Probó a despertarlos lanzando un terrón desde lejos. Los Tigres
Negros seguían inmóviles y no volvieron a levantarse jamás. Es así como la
astuta anciana dio muerte a los feroces Tigres Negros. La anciana vivió
unos años más, lo suficiente para narrar a cada lugareño o viajero que
pasaba por allí esta historia que se mantiene hasta el día de hoy en la
tradición oral.