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lunes, 9 de diciembre de 2013

EL CERCO DE ORO

EL CORICANCHA: CERCO DE ORO
De la época de Pachacútec y sus sucesores proviene el esplendor áureo del Cuzco que deslumbró a los españoles. El templo del Sol se reviste de una franja de oro de anchor de dos palmos y cuatro dedos de altor, que destella sobre la traquita azul de la piedra severa. El disco del Sol era, según el inédito Felipe de Pamanes, "de oro macizo, como una rueda de carro". La estatua del Sol, llamada Punchao, con figura humana y tamaño de un hombre, obrada toda de oro finísimo con exquisita riqueza de pedrería, su figura de rostro humano, rodeada de rayos, era también maciza. De oro se hacen los ídolos pares del Sol, Viracocha y Chuqui-Illa, el relámpago, y las dos llamas o auquénidos de oro –corinapa–, que con las dos de plata –colquinapa– recordaban la entrada de los Ayar al Cuzco. De chapería de oro profusa –llamada llaucapata, colcapata y paucar unco– estaban cubiertas las imágenes áureas de las divinidades femeninas Palpasillo e Incaollo y las momias de los Incas, desde Manco a Viracocha, puestas en hilera frente al disco del Sol. Pachacútec manda guarnecerlas también con el metal divino: cúbreselas con máscaras de oro, medalla de oro o canipa, chucos, patenas, brazaletes, cetros a los que llaman yauris o chambis, ajorcas o chipanas y otras joyas y ornatos de oro.
Las paredes del templo del Sol, que según algunos cronistas tenían en las junturas de sus piedras oro derretido, se revisten enteramente como de tapicería, de planchas de oro y el Inca, todopoderoso, manda que los queros o vasos sagrados, los grandes cántaros o urpus, los platos en que comía el sol o carasso y los wamporos o grandes odres o trojes de oro y plata para la chicha solar, se funden en oro. La feería mayor del templo –que pareciera relato de las mil y una noches, si la contaran únicamente cronistas tan parcos como Cieza y Cobo y no constase por inventarios del botín de Cajamarca–, era el jardín del Sol, en el que todo era de oro: los terrones del suelo, sutilmente imitados; los caracoles y lagartijas que se arrastraban por la tierra; las yerbas y las plantas; los árboles con sus frutos de oro y plata; las mariposas de leve y calada orfebrería, puestas en las ramas, y los pájaros en árboles, que parecía –dice Garcilaso– como que cantaban o que estaban volando y chupando la miel de las flores; el gran maizal simbólico con sus hojas, espigas y mazorcas que parecían naturales; la raíz sagrada de la quinua y, para completar el ilusorio cuadro, veinte llamas de oro con sus recentales y sus pastores y cayados, todos vaciados en oro. El metal solar es, para los Incas, el mayor tributo que puede ofrecerse a los dioses; y, "como en las divinas letras, dice el padre Acosta, la caridad se semeja al oro", esta costumbre elimina la de los sacrificios humanos o la reduce a mínimo por el destino redentor del oro.
En el Cuzco se cumple también el doble sino del oro que purifica y salva, pero que, a la vez, precipita el ritmo del tiempo, acorta el placer y la efusión de la vida y acelera el momento de la catástrofe liberadora. La canción del oro relaja las fuerzas vitales del Incario y enerva su energía guerrera. Rompe también la solidaridad social, porque el goce del oro, siempre esquivo, constriñe a crear restricciones y diferencias jerarquizantes. El oro, que fue, en los primeros tiempos, atributo mítico y divino de los Incas y de los homenajes al Sol, se convierte en un privilegio de la casta militar y sacerdotal. El oro es requisado celosamente por el Estado, como perteneciente al Inca y al Sol, y Túpac Yupanqui ordena prender a los mercaderes que traían oro, plata o piedras preciosas y otras cosas exquisitas, para inquirir de dónde las habían sacado y descubrir así grandísima cantidad de minas de oro y plata. Y, en pleno apogeo incaico, se dicta la ley que ordenaba "que ningún oro ni plata que entrase en la ciudad del Cuzco della pudiese salir, so pena de muerte". El Cuzco, con su templo refulgente y sus palacios repletos de oro, recibiendo cada año de las minas y lavaderos 15 mil arrobas de oro y 50 mil de plata y las cargas de oro y piedras preciosas de todos los ángulos del Imperio, vino a ser, por obra del tabú imperial como un intangible Banco de Reserva de la América del Sur.

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA SEÑAL DEL ALQUIMICO

La señal.
La Señal. He aquí el momento más importante del que nos hablan todos los alquimistas. La naturaleza de esta señal no es aclarada de un modo completo en los textos, pero sí dicen todos ellos que cualquier alquimista sabrá reconocerla en el momento en que se produzca. Algunos libros nos hablan de la formación de cristales en la superficie de la mezcla: "unos hermosos cristales en forma de estrella". Pero la mayoría nos hablan de una señal más impresionante y espectacular: "En la superficie de la mezcla se formará una capa oscura. Esta capa se desgarrará en un determinado momento, y dejará ver bajo ella el metal luminoso de los alquimistas, un metal en el que parecerán reflejarse todas las estrellas del firmamento".
El alquimista sabrá entonces que va por buen camino... pero su trabajo aún no habrá terminado. El metal brillante debe ser retirado de su crisol, y es preciso entonces dejarlo "madurar", encerrándolo en un recipiente hermético, lejos del aire y de la humedad. Se inicia entonces la tercera fase de las operaciones, en la que hay que alcanzar en la mezcla primeramente el "estadio de putrefacción" (es decir, que la mezcla adquiera un color negruzco, llamado "ala de cuervo"), y más tarde el "estadio de resurrección" (es decir, que adquiera un color blanco). Todo esto se consigue calentando cuidadosa y progresivamente el recipiente hermético dentro del atanor. Pero hay, que tener gran cuidado en esta última fase, ya que si el calor es excesivo o su graduación no es la adecuada, el recipiente puede estallar, liberando entonces una desusada energía. Esta es la explicación de algunas de las terroríficas explosiones que se han registrado en determinados laboratorios alquímicos, y que han recogido las crónicas de todas las edades...
 
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"Medalla acuñada en oro alquímico ante su Alteza Serenísima Carolo Philippo, conde de Palatinado en la Renania, el 31 de diciembre de 1716. Según reza la inscripción de la medalla, el metal había sido obtenido por transmutación del plomo".

trabajos del alquimista

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LA DURA TAREA DE SER UN ALQUIMISTA

Estudiar la Alquimia, leer los antiguos tratados...)
Pero los antiguos libros que hablan de Alquimia están escritos para los iniciados: son oscuros y muchas veces difíciles de comprender. Es por ello que gran parte de los experimentos primitivos, realizados por entusiastas codiciosos de obtener oro a bajo precio, fracasaran estrepitosamente... lo cual hizo que muchos practicantes que se lanzaron a la Alquimia con un desbordante entusiasmo se desanimaran rápidamente y abandonaran el campo, mientras otros declaraban públicamente que la Alquimia no era más que un fraude.
Frente a estos rápidos desanimados, sin embargo, otros alquimistas, con mayor tesón o más fundamento de causa, prosiguieron sus experimentos pese a los constantes y ya previstos fracasos iniciales, buscando e investigando por ellos mismos más que siguiendo al pie de la letra los textos antiguos, logrando éxitos apreciables y desentrañando el simbolismo que hay tras el oscuro caparazón que envuelve los libros de Alquimia. Estos perseverantes recibirían, hoy, el nombre de investigadores, puesto que estaban animados por el mismo espíritu. Un investigador nato que naciera en la Edad Media, un curioso de los problemas científicos y del estudio de la naturaleza, encontraría todos los caminos cerrados por la ignorancia. El investigador medieval solamente hallaría tres caminos hacia los cuales desarrollar su actividad: la medicina, la astronomía (y la astrología)... y la Alquimia.
Es así como se iniciaría la "casta de los alquimistas". La Alquimia, en su rama más pura, no se continuaría tan solo por el aprendizaje, sino también por tradición... por sucesión. Todos los libros de Alquimia nos hablan del "Gran Secreto", del secreto de la Piedra filosofal, que jamás ha sido revelado públicamente. En ninguno de ellos se menciona la posible naturaleza de este secreto, ni siquiera del modo cómo encaja dentro de los trabajos de la Alquimia.
Pero en lo que si están todos de acuerdo es en que ésta, la del "Gran Secreto", es la base de toda la tradición alquímica. Los neófitos que iniciaban sus tanteos alquímicos sufrían en sus primeros ensayos numerosos, totales y estrepitosos fracasos. Era algo así como una "prueba del fuego", la prueba de su iniciación y de su purificación. Era también una criba. Sólo los que no se desanimaban y continuaban trabajando pese a los continuados fracasos merecían entrar en la "casta de los alquimistas" y ser conocedores del Gran Secreto. Secreto que les era revelado generalmente por otro alquimista, su Maestro, bien en su lecho de muerte, para que el secreto no se fuera con él a la tumba sino que tuviera continuidad, o simplemente cuando se apercibía de que su discípulo merecía realmente conocerlo.
Ningún alquimista divulgó jamás públicamente su secreto, ninguno lo vendió a otras personas. Lo traspasaban a alguno de sus discípulos, para que continuaran en su nombre la Gran Obra. Esto no quería decir, de todos modos, que hubieran llegado a alcanzar el secreto de la Piedra filosofal, sino que, en la mayor parte de las ocasiones, se trataba tan sólo del estado de adelanto de sus investigaciones. Sherwood Taylor nos dice al respecto que algunos alquimistas, como Charnock, fueron instruidos en una hora, mientras que otros, como Norton, necesitaron cuarenta días. ¿No es esto tal vez la revelación del estado de unas investigaciones que podían estar más o menos avanzadas? ¿O tal vez era simplemente la revelación de la verdadera naturaleza, la esotérica, la oculta, de la Alquimia, la que abriría los ojos al aún ignorante discípulo? Las respuestas pueden ser muchas...
 
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El Maestro, confortablemente sentado en su sillón, da las instrucciones a sus discípulos que, ayudados de un refinado instrumental, cumplen fielmente las instrucciones recibidas. Una vieja norma de los alquimistas dice que todas los trabajos deben ser acometidos por el propio alquimista, el cual no debe confiar ni en sus más directos discípulos a la hora de realizar las delicadas 

domingo, 10 de noviembre de 2013

Metales preciosos, origen colonial del mundo moderno y destrucción de la América Indígena

Metales preciosos, origen colonial del mundo moderno y destrucción de la América Indígena


Aquí va repetirse brevemente lo muy conocido en la historia económica de Occidente: los metales preciosos venidos de América (consecuencia de la destrucción y expropiación de la América Indígena – AI) fueron esenciales para el desarrollo del capítulo conocido como Acumulación Primitiva piedra fundamental de la Revolución Industrial, culminación material de la modernidad. Claro, la modernidad no fue solo cuestión material. Eso porque esa base material generó condiciones para el aparecimiento de nuevas relaciones sociales y así, para una nueva subjetividad que aceptó, por ejemplo, la posibilidad de la igualdad entre los seres humanos. Por ejemplo Aníbal Quijano ha recuperado la idea de que solo después de la experiencia del contacto con las sociedades indígenas americanas fue posible, en Europa, escribir obras como Utopía (Thomas Moore) que constituyó un auténtico corte histórico en la forma de concebir sociedades socialmente justas. Antes de Utopía esas sociedades se encontrarían solo retornando al pasado (al Paraíso Perdido, etc.) lo que históricamente es imposible; después de Utopía: luchando por construirlas en el futuro lo que históricamente es posible. Y en todo eso el Mundo de los Incas jugó un papel de primer orden bastando recordar que, hasta el período de Los Enciclopedistas (1780s), el libro Los Comentarios Reales de los Incas fue publicado más de diez veces. En todo el período colonial nadie escribió algo equivalente al libro del Inca Garcilaso de la Vega para influenciar el imaginario europeo en su visión de la AI. Pero lo extraordinario a destacar es que la nueva situación que fue generándose en Europa, que abrió las puertas a los ideales de igualdad, libertad etc., se basó en la simultánea explotación y destrucción de la AI en la que fue generalizándose la desigualdad y la  opresión. Esa es la gran ironía (o contradicción) de la Era Moderna sintetizada en la frase origen colonial del mundo moderno. Y esa contradicción continúa no resuelta y por eso el Mundo Moderno (1492 hasta hoy) infelizmente, y a pesar de las posibilidades  que generó, aún no superó la antigua diferencia entre ricos y pobres, característico de toda sociedad de clases, ni la moderna constituida por el racismo construido y difundido por el mundo a partir de la destrucción de la AI.
En la destrucción de la AI todas las potencias europeas del período participaron, unas con más intensidad que otras. Aquí no se esta defendiendo la leyenda negra (ideología que pone en España la responsabilidad exclusiva por la destrucción de AI) . NO: solo se está demostrando que los conquistadores, que beneficiaron a los grupos dominantes de la España colonial, no tuvieron límites (ni materiales ni ideológicos)  para explotar la población indígena.  Pero esa España tuvo una minoría que desde el inicio protestó contra la destrucción de AI siendo su punto alto Bartolomé de las Casas. Este padre con sus luchas (que consiguieron finalmente que la iglesia reconociera que los Indios de América sí tenían alma y por lo tanto sí eran seres humanos) no solo contribuyó a frenar la liquidación de la población indígena sino que contribuyó a salvar el alma (lo mejor) de España.  Hasta dónde este autor conoce y en relación a los indios no hay equivalentes a Bartolomé de las Casas entre los colonizadores británicos (y sus continuadores, los independentistas de EUA), franceses y portugueses. El historiador francés Pierre Chaunu nos informa que los pieles rojas, al momento de la violenta llegada de los europeos, aún eran esencialmente cazadores y recolectores (y por tanto no muchos) y por eso difícilmente podían transformarse en trabajadores explotables. Así en la América del Norte (dominada por ingleses, sus continuadores independistas y franceses) resultó que, en términos de la razón colonial, obviamente que lo mejor era el indio muerto: eso explica el casi exterminio de los pieles rojas. No ocurrió lo mismo en los territorios dominados por España dónde las altas civilizaciones indígenas (Incas y Aztecas al momento de la conquista), que ya eran urbanas, habían producido no solo grandes concentraciones de población sino gente que, con relativa facilidad, podía transformarse en trabajadores explotables. Así en algún momento apareció como obvio, para la razón colonial, que lo mejor era mantener al indio vivo. En los dominios coloniales portugueses ocurrió algo parecido con la América del Norte. Allí la esclavitud de los  indígenas (constituidos casi exclusivamente por cazadores y colectores),  fue legal hasta 1758.  Entonces y debido al hecho que ella era la principal responsable del casi exterminio de los indígenas, el Marqués de Pombal pasó una ley prohibiendo la esclavitud Los indios entonces se habían transformado en importantes para justificar el principio de Uti Possidetis que Portugal esgrimía para expandir las fronteras del Brasil colonial especialmente a través de los difícilmente limitables territorios amazónicos. Fuente: Pacarina del Sur - http://www.pacarinadelsur.com/home/mar-del-sur/160-oro-del-peru-del-cuarto-del-rescate-al-mito-de-el-dorado - Prohibida su reproducción sin citar el origen.